Si viviste situaciones difíciles en la infancia (como rechazo, abandono, humillación o violencia), tu mente hizo lo necesario para ayudarte a seguir adelante. Muchas veces, eso implicó desconectarte de lo que sentías o aprender a reaccionar con vergüenza, culpa o autocontrol extremo.

Pero lo que te ayudó a sobrevivir en ese entonces, hoy puede ser un obstáculo para tomar decisiones alineadas con tus valores actuales.

Las emociones que hoy resultan incómodas (como el enojo, la ansiedad o la tristeza) no aparecen para hacerte daño. Surgen porque algo dentro de ti está intentando protegerte. Cuando comprendemos esto, dejamos de ver las emociones como enemigas y empezamos a reconocerlas como mensajeras.

😠 El enojo: la emoción de la dignidad herida

El enojo suele aparecer cuando sientes que algo es injusto, que alguien cruzó un límite o que no se reconoce tu valor. Si en tu infancia aprendiste que expresar enojo era peligroso o inaceptable, es posible que hoy lo reprimas… o que explote sin previo aviso.

En personas con historia de adversidad, el enojo a menudo está ligado a una protesta interrumpida (momentos en los que tu cuerpo quería decir “basta”, pero no podía). Esa energía quedó dentro, y ahora, cuando algo se parece a lo que viviste antes, tu sistema nervioso puede reaccionar como si fuera una amenaza real.

Reconocer el enojo sin juzgarlo es una forma de reconectar con tu sentido de justicia, tu necesidad de respeto y tu capacidad para poner límites.

😰 La ansiedad: la emoción de la anticipación

La ansiedad aparece cuando tu cuerpo percibe que algo malo podría suceder. No necesita pruebas, reacciona a señales sutiles. Si creciste en un ambiente donde las cosas podían salir mal en cualquier momento (aunque no supieras cómo o cuándo), tiene sentido que tu sistema se haya vuelto hipervigilante.

Quizás ahora estás a salvo, pero tu cuerpo no siempre lo sabe.

La ansiedad no es debilidad. Es una alarma que aprendió a activarse rápido porque lo necesitaba. Puedes aprender a escucharla con respeto y también enseñarle que ahora hay más opciones, más herramientas y más seguridad que antes.

La tristeza: la emoción de la pérdida y el anhelo

La tristeza surge cuando algo que valorabas se rompe, se pierde o no resulta como esperabas. Es una emoción que te conecta con lo que te importa. Pero si tuviste que ser fuerte demasiado pronto, quizá aprendiste a ignorarla o a esconderla.

Muchos adultos que vivieron adversidades en la infancia aprendieron a seguir funcionando aunque algo les doliera por dentro. Esa tristeza no expresada no desaparece: se acumula.

Sentirla no te hace débil. Te ayuda a cerrar ciclos, procesar lo que dolió y crear espacio para algo nuevo. La tristeza (cuando se permite y se acompaña) puede ser profundamente sanadora.

El dolor emocional: lo que no se sana, tiende a repetirse

El cerebro procesa el dolor físico y el emocional en regiones similares. Por eso un insulto, una traición o una exclusión pueden doler como una herida real. Y si esas experiencias fueron frecuentes, el cerebro puede empezar a reaccionar incluso antes de que algo ocurra, como una forma de anticiparse al peligro.

Cuando las heridas emocionales no se reconocen ni se atienden, quedan abiertas. Pero, igual que una herida en la piel, también pueden sanar. No con negación ni frases vacías, sino con contexto, apoyo, palabras significativas y nuevas acciones que generen seguridad.

Tu historia no te define, solo es tu punto de partida

Tú no elegiste lo que te pasó, pero ahora puedes elegir cómo responder a lo que sientes. Cada emoción repetida (cada reacción que parece “demasiado intensa”) tiene una historia detrás. Y cada vez que la recibes con curiosidad en lugar de vergüenza, recuperas dirección.

Sanar no significa que nada volverá a doler. Significa que ya no estás a merced del pasado. Que puedes escuchar tus emociones como señales válidas, sin dejar que te controlen.

Significa que puedes crecer a partir de lo que te dolió, sin quedar definido por ello.

Ejercicio reflexivo: tu relación con el dolor emocional

Tómate un momento para reflexionar sobre cómo te relacionas con el dolor emocional en general.

¿Tienes tendencia a evitarlo, minimizarlo o distraerte rápidamente? ¿A veces te sientes abrumado o confundido por la intensidad de lo que sientes? ¿Has notado que cierto dolor emocional se repite en situaciones similares? ¿Cómo reaccionas cuando resurgen sentimientos del pasado, especialmente aquellos ligados a experiencias difíciles? ¿Qué notas en tu interior al explorar tu relación con el dolor emocional?

😰 Ejercicio reflexivo: tu relación con la ansiedad

Ahora dirige tu atención a cómo experimentas la ansiedad. Puedes enfocarte en algo específico que te genera ansiedad (por ejemplo, una relación, el trabajo o una decisión importante).

¿Qué emoción más profunda o necesidad no satisfecha podría estar señalando tu ansiedad? ¿Qué notas cuando reflexionas con suavidad sobre esa emoción o necesidad subyacente? ¿Cómo responde tu cuerpo al explorar tu relación con la ansiedad?

😠 Ejercicio reflexivo: tu relación con el enojo

Tómate unos momentos para considerar cómo experimentas el enojo.

¿Te enojas con facilidad o hace falta mucho para que se despierte? ¿Rara vez sientes enojo? ¿Hay formas en las que podrías estar dirigiendo el enojo hacia ti mismo (como a través de la autocrítica o el autocontrol excesivo)? ¿Hay momentos en que el enojo se dirige hacia afuera de manera intensa o difícil de manejar? ¿Qué notas dentro de ti al reflexionar sobre cómo experimentas y expresas el enojo?

Ejercicio reflexivo: tu relación con el duelo

Finalmente, explora cómo te relacionas con el duelo y la pérdida.

¿Te permites sentir la tristeza por algo que fue importante? ¿El duelo aparece con frecuencia, o sientes que estás desconectado de él? ¿Cómo distingues, en tu experiencia, entre el duelo y la depresión? ¿Recuerdas un momento en el que realmente te permitiste procesar una pérdida significativa? ¿Qué notas en tu interior al reflexionar sobre tu relación con el duelo?

  • Adaptado e inspirado por los conceptos de The Practical Guide for Healing Developmental Trauma by Laurence Heller and Brad J. Kammer (North Atlantic Books, 2022).