Las investigaciones muestran que, entre todos los factores psicológicos que pueden afectar negativamente a quienes vivieron experiencias adversas en la infancia (ACEs), uno de los más importantes es el desarrollo de patrones de pensamiento rígidos y negativos. En psicología, a esto se le conoce como esquemas desadaptativos.
Estos patrones influyen en cómo una persona interpreta el mundo, las relaciones y a sí misma. Tienden a formarse en entornos donde hubo negligencia emocional, abuso o abandono.
Algunos ejemplos comunes de estos patrones dañinos son:
Sentirse desconectado o rechazado
La persona cree que no es digna de amor, que nadie se preocupará realmente por ella o que los demás siempre la abandonarán.
Ejemplos de pensamientos:
• “No merezco ser amado(a)”
• “Si la gente realmente me conoce, se irá”
• “Nadie va a estar ahí para mí”
Sentirse incapaz o sin valor
La persona cree que no es lo suficientemente buena, que no puede hacer las cosas por sí sola o que está destinada al fracaso.
Ejemplos de pensamientos:
• “Soy inútil”
• “No puedo con esto”
• “Todos los demás son mejores que yo”
Dificultad para poner límites o controlar impulsos
La persona puede actuar de forma impulsiva o permitir que otros invadan sus límites porque nunca aprendió a protegerse o a decir que no.
Ejemplos de pensamientos:
• “No sé cuándo detenerme”
• “Sigo la corriente aunque no quiera”
• “No quiero causar problemas, así que me quedo callado(a)”
Estos patrones, aunque se formaron en la infancia, pueden activarse en la adultez cuando algo recuerda la adversidad original. Una vez activados, suelen generar emociones intensas como tristeza, ansiedad o sensación de fracaso, y aumentan el riesgo de desarrollar síntomas depresivos.
¿Por qué son importantes estos patrones?
Porque a menudo interfieren en cómo nos relacionamos con los demás, cómo tomamos decisiones y cómo nos sentimos con respecto a nosotros mismos. Operan de forma silenciosa, influyendo nuestras reacciones incluso sin que lo notemos.
¿Pueden cambiarse estos patrones?
Sí. Pero el primer paso es reconocer que existen. A veces nos tratamos con dureza sin entender por qué. Aprender a identificar estos patrones, buscar experiencias nuevas y seguras, y practicar la autocompasión puede marcar una gran diferencia. El cambio no ocurre de la noche a la mañana, pero con apoyo, muchas personas logran construir formas de pensar más saludables y amables.
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Zhao, Y., Han, L., Teopiz, K. M., McIntyre, R. S., Ma, R., & Cao, B. (2022). The psychological factors mediating/moderating the association between childhood adversity and depression: A systematic review. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 137, 104663.tion text goes here