Cuando nacemos, nuestro cuerpo busca señales de seguridad: brazos que nos sostienen, miradas que nos calman, voces que nos responden. Ese primer vínculo temprano no es un lujo, es la base de cómo aprendemos a sentir que el mundo es habitable y que nosotros importamos.
Cuando ese vínculo se dificulta (por enfermedad, separación o estrés) el bebé no entiende con lógica, solo lo registra en su cuerpo y en su sistema nervioso. Años después, esas huellas pueden reaparecer en forma de miedo, ansiedad, dificultad para confiar o la sensación persistente de “tengo que arreglármelas solo/a”.
1. Separaciones físicas en los primeros meses
Son momentos en que el bebé no pudo estar cerca del adulto principal de manera constante.
Ejemplos de separaciones físicas:
Incubadora o UCI neonatal.
Cesárea o parto difícil.
Enfermedad grave de madre/padre.
Adopción o cambios de cuidador.
🔍 Qué significaba entonces: menos contacto piel con piel, menos señales de “estás a salvo conmigo”.
❤️ Cómo puede sentirse hoy: hipervigilancia, miedo al abandono, sensación de que debo soportar todo sin ayuda.
🧩 Ejemplo actual: alguien no responde un mensaje y, en lugar de ser una simple espera, se activa una angustia intensa como si fuera un abandono total.
2. Separaciones emocionales en la infancia
Aquí los adultos estaban físicamente presentes, pero sobrecargados emocionalmente, con menos capacidad de sintonizar.
Ejemplos de separaciones emocionales:
Depresión postparto o duelo en la familia.
Conflictos de pareja, mudanzas, problemas económicos.
Embarazo múltiple u otras demandas que reducen la atención exclusiva.
🔍 Qué significaba entonces: el niño aprendía a leer el “clima emocional” más que a confiar en ser visto y escuchado.
❤️ Cómo puede sentirse hoy: “molesto a otros si hablo de lo que siento”, ansiedad ante lo imprevisible, compararse en silencio.
🧩 Ejemplo actual: tienes una buena idea en el trabajo, pero dudas en compartirla porque temes incomodar o ser ignorado.
3. Estilos de apego: lo que el cuerpo aprendió
No hablamos ya de hechos puntuales, sino de estrategias de supervivencia que se desarrollaron y hoy llamamos estilos de apego.
Evitativo: minimizas emociones, prefieres resolver en solitario.
Ansioso: buscas confirmación constante para sentirte seguro/a.
Desorganizado: te atrae lo cercano pero también te asusta; alternas entre acercarte y alejarte.
⚠️ No son etiquetas fijas, son aprendizajes que pueden suavizarse con práctica.
4. Historias que lo ilustran
Postparto difícil + culpa: había cariño, pero el cuerpo y el entorno no siempre permitieron transmitirlo. Reconocer esto ayuda a soltar la auto-culpa.
“Me cuidaron bien en lo físico, pero no en lo emocional”: creciste con comida, ropa y escuela, pero sin espacio para expresar lo que sentías. Hoy pedir apoyo puede venir con vergüenza o miedo al rechazo.
5. Prácticas que ayudan a reparar
Aquí pasamos de la teoría a lo que puedes hacer en tu día a día:
SICER en 3 minutos: anota la Situación, la Imagen más intensa, la Creencia, la Emoción y la Respuesta física (0–10).
Microvínculos diarios: mirada amable, toque de hombro/mano, mensaje breve de “pienso en ti”.
Respira 4–6 al activarte: inhalar 4, exhalar 6 durante unos minutos baja la alarma interna.
Frases de valía: “Merezco ser escuchado/a”, “Puedo ir a mi ritmo”.
Auto-reparenting: pregúntate “¿qué le diría a un niño de 7 años en mi situación?” y repítelo para ti.
6. Señales de progreso
Para reconocer cambios sutiles en el camino:
Notas la activación antes de explotar o huir.
Pides algo concreto sin sentir culpa.
Toleras mejor la ambigüedad y no respondes en automático.
Empiezas a entender que no te faltaba “algo dentro”, sino un entorno suficientemente estable.
Clave final
No se trata de buscar culpables. Se trata de entender tu historia para cuidarte mejor hoy. Si te reconoces en varios puntos, elige un solo micropaso y practícalo durante una semana. Luego añade otro. Lo importante no es la perfección, sino ir construyendo una base interna de seguridad que quizás no estuvo al principio, pero que ahora sí puedes darte.
-
Adaptado e inspirado por los conceptos de Shapiro, F. (2012). Getting past your past: Take control of your life with self‑help techniques from EMDR therapy. New York, NY: Rodale.