Las cogniciones negativas son pensamientos o creencias sobre uno mismo que suelen aparecer cuando vivimos situaciones perturbadoras. Funcionan como frases internas que verbalizan nuestro malestar:

  • “No soy digno de amor.”

  • “No valgo lo suficiente.”

  • “Me van a abandonar.”

  • “Estoy en peligro.”

  • “No tengo poder.”

  • “Soy un fracaso.”

Estas frases no nacen en el vacío: están ligadas a recuerdos y experiencias pasadas que, muchas veces, no han sido procesadas por completo.

Categorías principales

Las cogniciones negativas se dividen en tres grandes grupos:

  1. Responsabilidad: cuando cargamos con culpas, reproches o la idea de que siempre es nuestra culpa.

    • Ejemplo: “Todo es por mi culpa”, “Debí hacerlo mejor.”

  2. Falta de seguridad: cuando sentimos que no hay protección ni apoyo, y vivimos con miedo a ser lastimados o abandonados.

    • Ejemplo: “No estoy a salvo”, “Me van a abandonar.”

  3. Falta de control o poder: cuando creemos que no tenemos la capacidad de influir en nuestra vida o cambiar lo que nos pasa.

    • Ejemplo: “Soy impotente”, “No tengo el control.”

¿Por qué son importantes?

Estas creencias suelen activarse en cualquier momento y afectar muchas áreas de la vida. Aunque parecen pensamientos “del presente”, en realidad son síntomas de recuerdos viejos, no resueltos, que siguen influyendo.

Por eso, no son el problema en sí, sino la punta del iceberg. Lo que las alimenta son las memorias dolorosas y no procesadas que siguen activas en segundo plano.

De dónde vienen

Gran parte de estas cogniciones se forman en la infancia y adolescencia. Experiencias como:

  • Ser humillado en la escuela.

  • Haber sido rechazado o excluido por compañeros.

  • Haber recibido burlas, insultos o críticas constantes de padres, maestros o figuras de autoridad.

  • Haber vivido bullying.

Todo eso deja marcas profundas. Incluso si, de adultos, entendemos que “los niños pueden ser crueles” o que “un maestro no debió decirme eso”, el recuerdo sigue cargando emociones no procesadas que nos influyen hoy.

¿Cómo abordarlas?

  1. Exploración consciente: identificar a cuál categoría pertenece el pensamiento que aparece (“responsabilidad”, “falta de seguridad” o “falta de poder”).

  2. Observar el disparador: notar qué situaciones del presente despiertan esas creencias.

  3. Reconocer que son síntomas: entender que no representan la realidad actual, sino emociones antiguas que aún no han sanado.

  4. Procesarlas poco a poco: a través de ejercicios de autoexploración, técnicas de relajación, escritura terapéutica o apoyo profesional.

👉 En resumen: Revisar las cogniciones negativas no significa solo “pensar en lo malo”, sino detectar los patrones invisibles que siguen actuando en nuestra vida. Una vez identificados, se pueden cuestionar, trabajar y reemplazar por creencias más sanas y realistas.

  • Adaptado e inspirado por los conceptos de Shapiro, F. (2012). Getting past your past: Take control of your life with self‑help techniques from EMDR therapy. New York, NY: Rodale.